Moral Espiritista

Moral Espiritista
El Evangelio Según el Espiritismo
Explicación de las máximas morales de Cristo, su concordancia con el Espiritismo y su aplicación a las diversas situaciones de la vida.Solo es inquebrantable la fe que puede mirar a la razón cara a cara, en todas las épocas de la humanidad.
PREFACIO
Los espíritus del Señor que son las virtudes de los cielos, se esparcen por toda la superficie de la tierra como un ejército inmenso, apenas han recibido la orden; parecidos a las estrellas que caen del cielo, vienen a iluminar el camino y a abrir los ojos a los ciegos.
En verdad os digo, que han llegado los tiempos en que todas las cosas deben ser restablecidas en su verdadero sentido, para disipar las tinieblas, confundir a los orgullosos y glorificar a los justos.
Las grandes voces del cielo retumban como el sonido de la trompeta, y se reunen los coros de ángeles. Hombres, os convidamos a este divino concierto; que vuestras manos pulsen la lira; que vuestras voces se unan y que en himno sagrado se extiendan y vibren de una a otra parte del Universo.
Hombres, hermanos a quienes amamos, estamos a vuestro lado: amáos también unos a otros, y decid desde el fondo de vuestro corazón, haciendo la voluntad del Padre que está en el cielo: ¡Señor! ¡Señor! y podréis entrar en el reino de los cielos.
EL ESPÍRITU DE VERDAD
Las materias que los Evangelios contienen pueden dividirse en cinco partes: los hechos comunes de la vida de Cristo, los milagros, las predicciones, las palabras que sirvieron de base para establecer los dogmas de la Iglesia, y la enseñanza moral. Si bien las cuatro primeras partes han sido objeto de controversias, la última ha permanecido inatacable. Ante ese código divino, hasta la incredulidad se inclina. Es el terreno donde pueden reunirse todos los cultos, el estandarte bajo el cual todos pueden resguardarse, sean cuales fueren sus creencias, puesto que jamás ha sido objeto de las disputas religiosas que, en todos los casos y en todas partes, fueron suscitadas por las cuestiones relativas al dogma. Además, si la hubieran discutido, las sectas habrían encontrado en esa enseñanza su propia condenación, pues en su mayoría se aferran preferentemente a la parte mística antes que a la moral, que exige a cada uno su propia reforma. Para los hombres ese código es, en especial, una regla de conducta que abarca todas las circunstancias de la vida privada y pública; es el principio de todas las relaciones sociales basadas en la más rigurosa justicia. Constituye, en último término y por encima de todo, el camino infalible de la felicidad venidera, y levanta un extremo del velo que nos ocultaba la vida futura. Esta parte será el objeto exclusivo de la presente obra.
Allan Kardec