Información adicional sobre el vídeo.
Fecha
22-02-2017
Duración
00:45:12
Categoría
Tema

Perdonad Para Ser Perdonados

En Perdonad Para Ser Perdonados se comenta a la luz del Espiritismo un texto incluido en la obra de Allan Kardec El Evangelio según el Espiritismo.

Perdonad para que Dios os perdone

1. “Bienaventurados los que son misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.” (San Mateo, 5:7.)

2. “Si perdonáis a los hombres las faltas que ellos cometen contra vosotros, vuestro Padre celestial también os perdonará vuestros pecados; pero si no perdonáis a los hombres cuando os ofenden, vuestro Padre tampoco os perdonará vuestros pecados.” (San Mateo, 6:14 y 15.)

3. “Si tu hermano pecó contra ti, vete y hazle ver su falta en privado, a solas con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.” Entonces, Pedro se aproximó a Él y le dijo: “¿Señor, cuántas veces perdonaré a mi hermano, cuando haya pecado contra mí? ¿Hasta siete veces?” Jesús le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete veces”. (San Mateo, 18:15; 21 y 22.)

4. La misericordia es el complemento de la mansedumbre, porque el que no es misericordioso no puede ser manso ni pacífico. La misericordia consiste en el olvido y el perdón de las ofensas. El odio y el rencor denotan un alma sin elevación ni grandeza. El olvido de las ofensas es propio del alma elevada, que está más allá del alcance de los golpes que se pretenda lanzar sobre ella. Una siempre está ansiosa, su susceptibilidad es sombría y desbordante de hiel; la otra es serena, plena de mansedumbre y caridad.

Desdichado el que dice: “Jamás perdonaré”, porque si no lo condenan los hombres, por cierto Dios lo hará. ¿Con qué derecho reclamaría el perdón de sus propias faltas, si él mismo no perdona las de los otros? Cuando Jesús manifiesta que se debe perdonar a un hermano, no siete veces, sino setenta veces siete veces, nos enseña que la misericordia no debe tener límites.

Sin embargo, hay dos maneras muy diferentes de perdonar: la primera es grande, noble, verdaderamente generosa, sin segundas intenciones, y evita con delicadeza herir el amor propio y la susceptibilidad del adversario, aunque este último se encuentre completamente equivocado. La segunda, en cambio, se verifica cuando el ofendido, o el que cree haber sido ofendido, impone al otro condiciones humillantes y le hace sentir el peso de un perdón que irrita en vez de calmar. Si tiende la mano a su ofensor, no lo hace con benevolencia, sino con ostentación, a fin de poder decir a todo el mundo: “¡Mirad qué generoso soy!” En esas circunstancias, es imposible que la reconciliación sea sincera, tanto de una como de otra parte. No, allí no hay generosidad, sino un modo de satisfacer el orgullo. En toda contienda, el que se manifiesta más conciliador, el que demuestra más desinterés, más caridad y verdadera grandeza de alma, captará siempre la simpatía de las personas imparciales.

Allan Kardec. El Evangelio según el Espiritismo. Cap. X, ítems 1 al 4.

Portada de El Evangelio según el Espiritismo

 

Utilizamos cookies para mejorar nuestros servicios y su experiencia como usuario.

Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información clicando en "más información"