Contexto Histórico
Las normas tradicionales sobre género y sexualidad, generalmente conocidas como el sistema de género binario, sostenían que solo existían dos géneros (masculino y femenino) y que cada uno debía corresponder con el sexo asignado al nacer. Según estas normas, las personas debían seguir roles específicos: los hombres debían ser masculinos, activos y proveedores, mientras que las mujeres debían ser femeninas, pasivas y cuidadoras. Estas expectativas establecían que la orientación sexual “normal” era la heterosexualidad, limitando la diversidad en el sexo biológico, la identidad de género, la expresión de género y las orientaciones sexoafectivas.
Estas ideas, respaldadas por instituciones religiosas, científicas y laborales, perduraron hasta mediados del siglo XX, cuando los movimientos de derechos civiles y feministas comenzaron a cuestionar y deconstruir estas normas rígidas sobre género y sexualidad junto al movimiento LGBTIQ+.
Modelo de Género
La clasificación de la identidad de género, la expresión de género, la orientación sexo-afectiva y el sexo biológico fue formalizada en el “Modelo del Género” por la Dra. Sandra Bem, psicóloga y feminista estadounidense, en la década de 1970 en Estados Unidos.
Bem comenzó a introducir su teoría de la androginia psicológica, proponiendo que las personas podían integrar tanto cualidades tradicionalmente masculinas como femeninas, en lugar de estar confinadas a un único rol de género.
Para medir esta flexibilidad, Bem desarrolló el Inventario de Roles de Género de Bem (BSRI), una herramienta de autoevaluación que permite a las personas identificar en sí mismas rasgos masculinos y femeninos, puedes hacer el test breve aquí:
Sexo biológico
El sexo biológico se refiere a las características físicas que se nos otorgan para la reproducción humana. Está definido por los genitales, los cromosomas, y las hormonas sexuales, los cuales pueden variar en formas, tamaños y combinaciones según la constitución biológica de cada individuo.
La bióloga y teórica feminista Anne Fausto-Sterling propuso el modelo de cinco sexos en su influyente ensayo “The Five Sexes: Why Male and Female Are Not Enough”. Su investigación, junto con los avances en genética y endocrinología, han identificado varias condiciones intersexuales, entre ellas:
1. Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos (AIS): Las personas con AIS tienen genética masculina (XY), pero sus cuerpos desarrollan características femeninas debido a su insensibilidad a las hormonas masculinas.
2. Hiperplasia Suprarrenal Congénita (CAH): Esta condición implica una producción anormal de hormonas sexuales, lo cual puede resultar en genitales ambiguos.
3. Síndrome de Klinefelter (XXY): Las personas nacen con un cromosoma sexual adicional, lo que genera características biológicas atípicas.
4. Síndrome de Turner (XO): Afecta a personas que nacen con un solo cromosoma X, en lugar de dos cromosomas sexuales típicos.
Expresión de género
Según el Observatorio Andaluz contra la Homofobia, Bifobia y Transfobia, la expresión de género es la representación externa de nuestro género, y se manifiesta en cómo utilizamos diversos elementos, como la ropa, los gestos, la voz, los accesorios y la manera de caminar, para expresar al exterior quiénes somos.
John Money, psicólogo y sexólogo estadounidense, acuñó en los años 50 conceptos como rol de género, en los que describía la expresión de género como un conjunto de comportamientos y actitudes asignados a cada género por la sociedad.
Posteriormente Judith Butler planteó que el género no es algo que “se es” sino algo que “se hace”, algo que se actúa y expresa constantemente, lo cual ayudó a explicar cómo las personas usan la expresión de género para comunicar quiénes son y cómo desean ser percibidas.
Figuras como David Bowie en la música y Marlene Dietrich en el cine emplearon una estética andrógina, demostrando que la expresión de género puede ser versátil y creativa. En la moda, diseñadores como Yves Saint Laurent contribuyeron a romper barreras al popularizar el traje pantalón femenino en los años 60, un símbolo que ayudó a desdibujar los límites entre lo masculino y lo femenino.
Identidad de género
El término identidad de género se refiere al sentido interno y profundo de una persona sobre si es hombre, mujer, una combinación de ambos, ninguno o algo distinto, independientemente del sexo asignado al nacer.
Para Robert J. Stoller "el género es la cantidad de masculinidad o femineidad que se encuentra en una persona" (Sex and Gender, Stoller, 1968)
En la sociedad contemporánea, distinguimos principalmente entre cisgénero y transgénero. Cisgénero se refiere a aquellas personas cuya identidad de género coincide con el sexo asignado al nacer. En cambio, el término transgénero abarca todas aquellas identidades de género que no coinciden con el sexo asignado al nacer. También encontramos los términos no binario y agénero, que describe a personas que no se identifican con el binarismo de género.
Orientación sexoafectiva
La orientación sexoafectiva se refiere al tipo de atracción sexual, emocional o afectiva que una persona experimenta hacia otras personas.
Uno de los estudios más influyentes en el campo de la orientación sexoafectiva fue la Escala de Kinsey, desarrollada en 1948 por el biólogo estadounidense Alfred Kinsey y su equipo, en el marco del Instituto de Investigación Sexual de la Universidad de Indiana.
La Escala de Kinsey, que va del 0 (exclusivamente heterosexual) al 6 (exclusivamente homosexual), posteriormente se agregó la identificación “asexual”, desafió las normas de la época al proponer que la orientación sexual no es rígida ni binaria, sino una gama diversa de experiencias. Puedes hacer el test de escala Kinsey aquí: